Perversa intervención de una red de corrupción que opera con aparente impunidad en SAPASA es conformada por funcionarios y empresarios corruptos que lo han transformado en una fuente de riqueza personal.

 

Toda esta entramada red dio inicio con las malévolas y chuecas acciones en la Subdirección de Administración y Finanzas que trastocó la protegida del priísmo, María Luisa Gudiño Aguilar, así también otros funcionarios; como el subdirector de operaciones, Luis Elías Ramírez y el subdirector comercial, Licenciado Arturo Fernández Ramírez. Es tan solo un engrane de la maquinaria de la corrupción, el cual se enfoca a lo chueco con los proveedores y los usuarios del servicio de Agua Potable, porque poco les importa si SAPASA se queda sin presupuesto, con tal de llenarse de billetes los bolsillos.

La lista de integrantes de la red de corrupción no termina ahí, el jefe de adquisiciones David Mercado, se pone exigente con los proveedores, a los que pide la clásica “mochada” o “diezmo”.

 

Solo de esa manera y fuera de la ley, es como ese servidor público les permite trabajar con el organismo, pero para que el negocio sea redondo, le paga a quienes se prestan para esas acciones deshonestas, por los servicios de éstos para callar bocas. 

 

Por su parte y dentro del tejido de esa red, el subdirector comercial Arturo Fernández, se dedica a promover los actos de coyotaje, metiendo presión a los usuarios que tienen adeudos con el organismo, pero también haciendo arreglos “en lo oscurito”, para que éstos suelten el dinero que traen encima y ese recurso pare en manos suyas y no en las arcas de SAPASA, donde, se supone, debería ser su destino final, prueba de ello son las bajísimas cifras recaudadas por multas y recargos. 

Mientras tanto, a otro que poco y nada le importa el daño patrimonial que se le pueda causar a la dependencia de agua, es al tesorero José Ortega Ríos, quien pretende que una empresa se encargue de la cartera vencida, pero sin considerar los antecedentes de la falta de resultados de un experimento anterior de esa clase.

 

Y es que un consorcio que tuvo esas funciones el trienio pasado, cobró más de 50 millones de pesos, sin que se hubiera solucionado el problema de morosidad, que en esta administración continúa, debido a la falta de visión, ya que el cabildo autorizó una quita de multas y recargos de apenas el 30 por ciento.

 

En esa red de corrupción que está acabando con SAPASA también tienen lugar los que se sienten con derecho de cobrar grandes cantidades como salario, pero que no desquitan esos escandalosos sueldos, como el presidente del comité municipal de Acción Nacional Aldo León, quien ni siquiera acude a trabajar al organismo, también su lucrativo negocio de pipas de agua y tomas clandestinas que existen en Atizapán de Zaragoza.

 

Pero eso sí, cobra puntualmente un envidiable sueldo de 90 mil pesos al mes, valiéndose de que cuenta con un nombramiento como subdirector general de SAPASA, cargo que solamente ejerce en el papel, ya que nunca se le ve desarrollando las obligaciones que debería cumplir, a cambio de un salario de ensueño, incluso ligeramente superior al de los integrantes del cabildo, que perciben en nómina un promedio de 80 mil pesos mensuales.

Los negocios “por debajo del agua” y los realizados con total cinismo que afectan las finanzas de esa institución, han generado la acelerada decadencia de SAPASA, que paga a precio de oro productos, obras y servicios, los cuales no pocas veces, ni siquiera se llevan a cabo y los materiales nunca entran al almacén.

 

La red de corrupción ha minado progresivamente a la dependencia de agua de Atizapán, poniéndola en una grave situación financiera, ya que lejos de que ésta sea protegida y cuidada para el bien de la ciudadanía, es mermada despiadadamente.

 

Tan es así, que a la fecha SAPASA registra una deuda de 812 millones de pesos, con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), al igual que con la Comisión de Agua del Estado de México (Caem), por la compra de agua en bloque.

 

Esta es una pesada carga económica que podría ser superada, pero que a causa de la corrupción, pone en entredicho su viabilidad.

 

Mientras que el organismo se encuentra fuertemente endeudado, la expectativa de recaudación no supera los 200 millones de pesos, cantidad que es sumamente inferior a la del adeudo de 812 millones, que pueden volverse impagables, porque la prioridad de los malos funcionarios es enriquecerse al amparo del poder y de un cargo en la dependencia.

 

Por ello, el destino de SAPASA es incierto, debido a que los servidores públicos desleales y traicioneros con la institución que les paga un salario, la están empobreciendo a pasos agigantados y hoy la han atado de manos, porque tiene millonarias fugas de dinero, producto de negocios turbios, en contraste con sus escasos ingresos.

A través de esa red de corrupción y del enorme saqueo que los funcionarios desleales y traidores a su propia institución llevan a cabo, es que SAPASA sucumbe y se hunde cada vez más, cuando por el profesionalismo de la mayoría de su personal, hoy debería contar con el reconocimiento desde dentro y fuera de Atizapán, pero penosamente no sucede así.