SE DOBLÓ AL DÍA SIGUIENTE

El presidente de Estados Unidos Donald Trump tiene fama de ser un gran negociador y por ello a lo largo de décadas ha conseguido sus objetivos, entre ellos ser uno de los magnates del mundo, especialmente de su país. Siempre tiene las armas necesarias para doblar a quien se le ponga enfrente en una negociación.

Ya sucedió durante su primer mandato, cuando usó las mismas armas de los aranceles amenazantes frente a Marcelo Ebrard, entonces secretario de Relaciones Exteriores de México, en la administración lopezobradorista, cuando advirtió a México que si no paraba la migración proveniente del sur y si no fungía como tercer país seguro de quienes piden refugio o asilo en Estados Unidos para que permanecieran en territorio nacional mientras se desarrollaba su proceso.

Ya lo dijimos en la entrega anterior, la amenaza de los aranceles es un arma muy poderosa, que en cualquier momento Trump puede hacer sonar cortando cartucho y eso ha sido suficiente para poner a temblar a todo el mundo, especialmente a México, a Canadá, como sus principales socios comerciales, pero de paso se lleva entre las patas a todos los países latinoamericanos, y si no, que le pregunten a Petro, presidente de Colombia.

Cuando el sábado 1 de febrero, el magnate gringo cumplió su plazo para firmar la orden ejecutiva de imponer aranceles a México a los productos que importa de México, el gobierno de Claudia Sheinbaum, se puso a temblar, ya tenían su plan A, también el B y hasta el C, pero lo primero que tuvieron que buscar ambos jefes de Estado fue un diálogo para tomar acuerdos.

Pasaron 24 horas de la firma de la orden ejecutiva y la presidenta mexicana anunció que ya tenía su plan, pidió respeto y reciprocidad, hubo intercambio de mensajes a través de redes sociales y medios de comunicación, la amenaza de la mexicana fue dar a conocer un plan y hasta cambió de horario su conferencia mañanera; la aplazó dos horas para hacer su anuncio y dar a conocer los resultados de la plática telefónica tempranera que ya estaba prevista desde el domingo.

Este lunes de puente de descanso para los mexicanos, muy temprano los presidentes de México y Estados Unidos hablaron por teléfono, intercambiaron peticiones, puntos de vista y formas de presión, uno frente al otro. Al final, como lo habíamos adelantado aquí, no se aplicaron los aranceles en este momento y la respuesta de la presidenta mexicana fue “si señor”.

El mismo lunes, minutos después de la charla telefónica con el magnate neoyorkino, la presidenta Sheinbaum anunció que uno de los principales acuerdos fue el hecho de que su gobierno desplegará diez mil elementos de las Fuerzas Armadas para proteger la frontera entre México y Estados Unidos, con lo que se evitará que ni migrantes ni drogas se acerquen siquiera a una distancia prudente de la línea fronteriza.

La propia presidenta anunció que, si bien Donald Trump le preguntó que para cuándo estaría en condiciones de dar cumplimiento a sus exigencias, primero le pidió que no le pusiera un plazo, pero ella misma dijo que “en un mes le vamos a dar resultados”.

Ella misma se puso la soga al cuello, se impuso un mes de plazo para frenar la migración, desplegar a diez mil soldados y, lo más difícil, que no pase ni una dosis de fentanilo por la frontera hacia los Estados Unidos. Sí es posible cumplirlo, pero con la soga en el cuello y el cañón de los aranceles en la sien.

Un poco para rescatar algo de dignidad, la presidenta pudo sacar a cambio un compromiso de Trump, compromiso que no se ha cumplido ni por la buena ni por las denuncias presentadas por Marcelo Ebrard, en contra de las fábricas y distribuidoras de armas:

Trump se comprometió a trabajar para frenar el tráfico de armas que pasan por miles anualmente de Estados Unidos a México y que abastecen de arsenales a los grupos del crimen organizado en México. ¿Cuándo se h visto eso?

Otro de los temas de los que poco se dijo en torno a la difícil relación bilateral, es la orden ejecutiva de Trump, en el sentido de que se catalogará a los grupos de narcotraficantes mexicanos como grupos terroristas, lo cual otorgaría a las autoridades y en especial al ejercito estadounidense a venir a buscar a los grupos del narco para acabar con ellos en territorio nacional.

Es difícil aceptarlo, es un tanto humillante; ningún mexicano con dignidad y con un poco de nacionalismo se sentiría con ánimo de festejar la situación ni la posición en que queda nuestro país y nuestro gobierno, pero al parecer Donald Trump “dobló a la presidenta Sheinbaum”, usando sus mismas palabras cuando dijo que “muy rápido se dobló el canciller mexicano Marcelo Ebrard”, durante su anterior mandato.

Pronto llegó el desenlace.