Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas

En un entorno donde la tecnología redefine la forma en que trabajamos y los empleados cambian a medida que lo hace la composición generacional de la fuerza laboral, aparece un nuevo tipo de liderazgo más abierto y adaptable.

Incluso, se asume que el mayor obstáculo para crear equipos resilientes y de alto rendimiento es desarrollar una gran cantidad de líderes que puedan destacarse en un mundo turbulento.

Pero no es tarea simple: los directores ejecutivos enfrentan un número cada vez mayor de problemas críticos que gestionar. Y mientras esto ocurre, los atributos personales y las mejores prácticas asociadas con un liderazgo fuerte se desdibujan y aparecen en su lugar altruismo, curiosidad, perseverancia, empatía e incluso el sentido del humor.

Al mismo tiempo, los directores ejecutivos deben transmitir la visión y las posibilidades tanto dentro como fuera de la organización y relacionarse auténticamente con los empleados, clientes y otras partes interesadas.

Así, las organizaciones que tratan el desarrollo del liderazgo como una capacidad central y abordan de manera proactiva las necesidades de los líderes actuales y futuros, pueden aumentar su resiliencia general y mejorar sustancialmente las probabilidades de resistir las disrupciones.

Por otra parte, las empresas tienen muchas más probabilidades de ser saludables cuando enfatizan un estilo de liderazgo empoderador u otorgar autonomía a sus colaboradores para tomar sus propias decisiones. Asimismo, acosar a las personas, microgestionarlas y aplicar la autoridad posicional para presionarlas para que hagan más y lo hagan mejor ya no es efectivo.

En suma, los líderes no necesitan construir muros a su alrededor y mantener a sus empleados a distancia.

A la gente le gusta ver que los jefes admiten cuando se equivocan, que se sienten cómodos haciendo preguntas para poder aprender y que agradecen las buenas respuestas de las personas que los rodean, que de hecho pueden saber más que ellos sobre un tema en particular.

Es muy importante ser consciente de esta complementariedad de capacidades y conocimientos para poder utilizarla en beneficio de la empresa.

A este estilo de liderazgo algunos le llaman liderazgo positivo. Es lo que permitirá el verdadero compromiso de nuestros colaboradores y permitirá gestiones más saludables a medida que la tecnología demanda, paradójicamente, más y mayores habilidades esencialmente humanas.

El nuevo liderazgo es una tarea que debe emprenderse en las organizaciones que buscan augurar la resiliencia, crecimiento y significado.