Por Jorge Ramón Rizzo

El tercer Nuncio Apostólico de origen mexicano en la historia, fue nombrado por el Papa León XIV en los últimos días de noviembre. Se trata de Javier Herrera Corona, un arzobispo mexicano y diplomático de la Santa Sede que recientemente fue nombrado Nuncio Apostólico ni más ni menos que en Argelia.

No se trata de una casualidad su nombramiento, ya que es un prelado que inició su servicio diplomático para la Santa Sede en 2003, trabajando en representaciones pontificias en Pakistán, Perú, Kenia, Gran Bretaña y Hong Kong.

Tras su paso por cinco países en donde ha profesado la diplomacia episcopal, su reciente nombramiento papal es altamente valorado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) como una sólida acción de reconocimiento a su labor en el servicio exterior del Vaticano.

Y lo destacan más, porque el obispo Javier Herrera Corona, ha sido Nuncio Apostólico en dos países previamente: República del Congo y Gabón. Ahora en Argelia tendrá su tercer escalón diplomático concedido por el estado Vaticano.

Monseñor Fermín Emilio Sosa, es otro arzobispo mexicano que fue nombrado a finales de 2023 y principios de 2024 como Nuncio Apostólico en Bolivia, representando a la Santa Sede en ese país sudamericano, por encargo del Papa Francisco.

Estos nombramientos resaltan la creciente participación de clérigos mexicanos en el servicio diplomático de la Santa Sede, sirviendo en diversas partes del mundo y llevando también la perspectiva de la Iglesia mexicana a escenarios internacionales.

Si hablamos históricamente de los tres Nuncios Apostólicos de origen mexicano, nos debemos remontar al primero de ellos, que fue Monseñor Luis Robles, originario del municipio de El Grullo, Jalisco. Se trató de un diplomático mexicano de la Santa Sede que sirvió como Nuncio Apostólico en Sudán, Uganda y Cuba, y luego como Vicepresidente de la Comisión Pontificia para América Latina, hasta su fallecimiento en Roma en el año 2007.

El segundo fue el yucateco Monseñor Fermín Sosa, quien lleva a su natal Izamal, en el corazón, aunque tiene más de 21 años fuera de México, trabajando en el servicio diplomático de la Santa Sede y ha servido en varias nunciaturas alrededor del mundo.

El tercero, es al que nos referimos al inicio de esta entrega, Monseñor Javier Herrera Corona, quien es originario de Autlán de Navarro, en el estado de Jalisco. Lugar al que regresó para ser ordenado obispo, ni más ni menos que por Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede, en representación del Papa, quien acudió al Seminario Diocesano de Autlán, para conferir la ordenación episcopal a Monseñor Javier Herrera Corona. En un hecho poco común, que refleja el alto nivel de influencia que tiene este Nuncio mexicano en el estado Vaticano.

Y es que, el Nuncio Apostólico es el representante de la Santa Sede en un país, y tiene la responsabilidad de promover y sostener las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado, bajo los instrumentos del derecho internacional. En términos prácticos el Nuncio es el vínculo de comunicación entre las iglesias locales y el Papa.

El Vaticano ve a México como un actor clave por su gran población católica y su peso geopolítico en América Latina. Por ello, el rol preponderante que han dado a más y más sacerdotes mexicanos que ingresan a la política eclesiástica en puestos claves en la Santa Sede y la atención prioritaria con que atienden nombramientos de nuevos obispos en México.

Recordemos que a mediados de noviembre se gestó el pleno de la CEM, donde los arzobispos y obispos de la Iglesia Católica nacional hicieron un fuerte y serio pronunciamiento por la violencia que vive el país.

Unos días después de ese cónclave episcopal, vinieron de la Santa Sede tres nombramientos de nuevos obispos en Nuevo León, Quintana Roo y Michoacán. Fue designado Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey el presbítero José Eugenio Ramos Delgado; mientras que el nuevo Obispo de la Diócesis de Cancún-Chetumal, es Monseñor Salvador González Morales; y también un nombramiento reciente fue el del Obispo de la Diócesis de Zamora, conferido a Monseñor Joel Ocampo Gorostieta.

Pero regresemos al tema de las nunciaturas, donde debe quedar claro que la carrera diplomática vaticana es un camino común para los obispos que luego ascienden a puestos de mayor responsabilidad dentro de la Iglesia, incluyendo, en ocasiones, el Papado. Ahí tienen como ejemplo a Pio XII y Juan Pablo II, sólo por citar dos de los más emblemáticos.

¿Acaso esta vía, vislumbra en el futuro la llegada al Vaticano de un Papa mexicano?

*Periodista/Tlaxcala

Leave a Reply